DE LA ANGUSTIA A LA ALEGRÍA

Escrito el 08/08/2022
María José Profeta

“Creo en Dios Padre todopoderoso”, es una de las cosas que decimos en el Credo. 

Pero... ¿Creemos firmemente en todo momento y ante toda circunstancia, que tenemos un Padre que es todopoderoso? 

¿Creemos que Él tiene el poder de sacarnos de la angustia que podemos estar atravesando y llevarnos a la alegría? 

¿O sólo es una frase que repetimos y no rumiamos en su contenido?

Cuando yo era chica (8 años), recuerdo muy claramente una situación en donde El Señor me sacó, no solo a mí, sino a mi mamá de una situación de mucha angustia.

Me había ido a buscar al colegio, y al bajarnos del colectivo, olvidamos mi portafolio.

Cuando llegamos y nos dimos cuenta, mi mamá entró en una angustia tan grande, que la vi irse al dormitorio a llorar.

Había perdido todo lo hecho en mis cuadernos y mis útiles, que debía volver a comprar.

En ese entonces no había muchas formas de comunicación como para buscar o publicar lo perdido.

Pero yo sin decirle a mi mamá, sin demostrar tristeza delante de ella, me fui al patio, me arrodillé y así caminando con mis rodillas iba orando como podía y como me salía, le pedí a la virgen haciendo Ave Marías. 

¡¡¡Era casi imposible recuperarlo, pero como para Dios nada es imposible y Él vio nuestra aflicción y escuchó las oraciones; cuando vuelvo al colegio, alguien que había encontrado el portafolio, busco dentro el nombre y la dirección del colegio; y me lo devolvió!!!

No les puedo contar la alegría y más aún el ver alegre a mi mamá.

 ¡¡¡Ya el llanto no era de angustia, sino de felicidad!!!

El Señor tiene el poder de llevarnos de la ANGUSTIA A LA ALEGRÍA.

En el Salmo 34, el Señor nos dice: "En cuanto gritan, el Señor los escucha y los salva de todas sus angustias”

En el Salmo 18: "En mi angustia, yo invoqué al Señor; y clamé a mi Dios. Mi clamor llegó hasta sus oídos y desde su Templo oyó mi voz"

No sé cómo clamas en tu angustia, puede ser que lo hagas también en silencio, sólo desde tu corazón.

Como es el caso de una mujer que habla la Palabra en Lucas 7:11

Una viuda que va a enterrar a su único hijo.

Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Nain y con él iban sus discípulos y un buen número de personas.

Cuando llegó a la puerta, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre que era viuda y mucha gente del pueblo la acompañaba.

Al verla el Señor se compadeció de ella y le dijo: "No llores". Después se acercó y tocó el féretro.

Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: "Joven, yo te lo mando, levántate". 

Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.

Vemos a esta mujer que sin gritos ni lamentos, caminaba seguramente sintiendo que iba hacia lo más oscuro de su vida y que con esa muerte enterraba todo lo que tenía.

En esa época quedar viuda y sin hijos era quedar a la deriva, sumándole el sufrimiento que tendría. 

Debe haber estado caminando con su rostro lleno de tristeza y es ahí cuando Jesús la mira y se compadece.

Cuantas veces nos sentimos que caminamos así, como a la deriva, hacia un túnel oscuro sin luz aparente.

Pero hemos sido visitados por Jesús a través de un hermano, un sacerdote o alguien que nos trajo su Palabra y nos tendió su mano, para sacarnos de esa situación.

Esta mujer deja que Jesús se acerque y toque lo que estaba muerto.

¿Le permitimos nosotros a Jesús que toque lo que tenemos muerto por dentro, para que Él lo resucite? O seguimos cargando toda esa podredumbre y no dejamos que nos limpie y resucite.

Esta mujer en silencio, lo dejó; y vio y experimentó el milagro.

Jesús cambió en un instante (donde no había aparentemente solución posible), la tristeza en alegría.

Fue sólo una mirada.

Dejémonos mirar por Jesús y mirémoslo.

Hay momentos que no tenemos palabras para orar, pero si nos sentamos a sus pies, con sólo esas miradas ya estaremos orando y así empezaran a brotar las palabras justas y empezaremos a escuchar las de Él.

También, puede ser que tu clamor sea más efusivo, como lo hizo la reina Ester en su momento.
Suplicaba a grandes voces, que el Señor salve a su pueblo y la socorra. (Ester 14)

El Señor ve nuestro corazón y nuestra Fe, ya sea que oremos en silencio como la viuda o como Ester con grandes clamores.

Les ánimo a leer el libro de Tobías. ¡¡¡Cuantas maravillas realiza el Señor en toda esa familia!!!

 ¡¡¡Señor, como dijo la reina Ester, no tengo más ayuda que tú, tú eres el todopoderoso, toma la vida de mis hermanos y la mía, y obra con tu poder sacándonos de cualquier angustia que estemos atravesando y llévanos a la alegría!!!

AMEN.