Encuentro de hombres: “Fortalécete y sirve”.

Escrito el 11/03/2022
José Ferrúa

¿Te ha detenido el enemigo con desesperanza, con tristeza, con pecados, con adicciones, con todo aquello que te saca del Camino del Señor? Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, algo nos ha detenido en el espíritu dejándonos paralizados en una meseta, sin crecimiento; tal vez anunciándonos como cristianos católicos, pero sin ninguna respuesta al envío del Padre.

En lo personal sé que me he detenido horas, días o semanas, pensando en otras cosas y que el diablo me sacó para otro lado cambiándome el rumbo que tenía en los Pasos del Señor; y hoy quiero hablarte de que podemos retomar el Camino. Aunque el enemigo te ha retenido con idas y venidas como las olas del mar (Santiago 1,6), en que un día tenemos FE y otro día no, te cuento que Dios nos llama a ser decididos para morir a nuestras emociones, para que Cristo resucite en nosotros, y cuando esto sucede hay CRECIMIENTO. Debemos ir transformando nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar. Cuando no morimos a nuestros egoísmos, al “yo”: ‘yo lo quiero hacer así’, ‘a mí me gusta que sea de esta manera, no me lo cambies porque así lo digo yo’,…; cuando el mundo me atrae y me saca del Camino, estoy perdiendo la Gracia de crecer en la FE. Debemos adaptarnos a lo que Dios dice y sacar los pensamientos contrarios a los de Él, a esos enojos que a veces nos asaltan y nos desestabilizan, ¡cuántos luchamos con esto! Así es que empezamos a ‘pisar en baldosas flojas’ por la falta de paciencia en vez de esperar un tiempo y entrar en una ‘atmósfera’ distinta para poder hablar de ese tema.

El pueblo hebreo estuvo 40 años dando vueltas en el desierto cuando sólo debía durar 11 días (Deuteronomio 1,2) en llegar a la Tierra Prometida; y eso por ser rebeldes, por no honrar a Dios con la OBEDIENCIA. ¿Cuántas veces estamos “detenidos” teniendo la posibilidad de llegar antes a una bendición? Aceptar a Cristo en el corazón es identificarnos con Él, muriendo a nuestro “yo” egoísta-o llamémoslo “carne” también; o el “hombre viejo”- y resucitando.  ¿Qué es la “tentación”? Puede definirse como “posibilidad para crecer en la FE”; aunque también está la contrapartida, la de caer nuevamente en el pozo. Cuando superamos las tentaciones, nos fortalecemos más en Jesús, y en su Luz vemos los detalles de nuestras faltas y vamos perfeccionándonos. Nuestra “Casa” está edificada sobre la ROCA FIRME (Mateo 7,24-25), y eso debe alegrarnos; ese ir ganando las “batallas de la FE”, no por nuestras fuerzas, sino por la Gracia y el Poder de Dios. Somos de plantearnos “¿Y por qué no?, si todo el mundo lo hace…” La “carne” siempre nos acerca a comer más, a tomar más, a dormir más; a la pornografía, que está a la mano… Pero nos lleva a la “muerte”, al abismo; nos desestabilizamos… Cada mañana debemos pedirle al Señor que nos guíe, y a medida que avanzamos van apareciendo los Frutos del Espíritu; nos vamos pareciendo más a Jesús: aparece el gozo, la paz, la bondad, la benignidad, la FE, la templanza, la paciencia, la caridad, la humildad,… Así surge esa VIDA que no queremos cambiarla por nada porque es inigualable.

En Lucas 9,23-24 dice: “El que quiera venir detrás de Mí que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga; porque el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida por Mí la salvará”. Sé que mi cruz son esas emociones que todavía no están rendidas a la Voluntad de Dios; y si no muero a ellas, iré perdiendo Al que me dio la vida y me restauró. En Mateo 10,39 dice: “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por Mí la encontrará”. Nehemías nos da un ejemplo hermosísimo de cómo entregar la vida con sacrificio por sus hermanos: él era el copero del rey y debía probar el vino, si estaba envenenado moría el sirviente y no la realeza. “En el mes de Kisleu, en el año vigésimo del rey Artajerjes, me encontraba yo en la frontera de Susa cuando Jananí, uno de mis hermanos, vino de Judá con algunos hombres. Le pregunté por los judíos, los sobrevivientes que escaparon a la cautividad, y por Jerusalén. Me dijeron: ‘Los que han sobrevivido al destierro y residen en aquella provincia, pasan humillantes estrecheces; la muralla de Jerusalén está en ruinas y sus puertas quemadas’. Ante estas palabras me senté a llorar y estuve varios días ayunando y orando ante el Dios del Cielo. Entonces dije: ‘¡Señor, Dios del Cielo, Tú eres el Dios Grande y Temible que mantiene la Alianza y eres Fiel con aquellos que te aman y observan tus Mandamientos! Que tus oídos estén abiertos para escuchar la plegaria de tu servidor’” (Nehemías 1,1-6).  Primeramente se conmueve por la noticia, y esto habla de un corazón sensible guiado por el Espíritu. Cuando escuchamos el dolor de algún hermano, ¿tenemos esta sensibilidad? ¿Hacemos una oración por él? Porque se trata de eso… “…la plegaria que tu siervo te dirige día y noche…”, esto es ORACIÓN PERMANENTE. ¿Somos adoradores en la intimidad con Dios? 

“… y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra Ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.  En extremo nos hemos corrompido contra Ti y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.  Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: ‘Si son infieles, Yo los dispersaré por los pueblos;  pero si se convierten a Mí y guardan mis mandamientos y los ponen por obra, aunque su dispersión fuese hasta el extremo de los cielos, de allí los recogeré y los traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi Nombre. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa. Te ruego, oh Señor, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu Nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo y dale Gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey’.” (vers.6 a 11). Tenemos que pedir esos “ángeles”, esas personas que tienden su mano y nos acompañan, nos ayudan, nos auxilian,… Después de cuatro meses, su rostro estaba acongojado, el rey lo detecta y le pregunta por qué está triste; Nehemías se estremece y dice: “¡Viva el rey para siempre!”, y le cuenta qué le sucede. El rey le pregunta: “¿Qué es lo que quieres?” (Nehemías 2,1-4). ¡Cuánto tiempo has clamado por algo y de repente el Cielo se abre y recibes lo que pedías! Diez años estuvimos luchando por nuestra economía para salir de esa situación agobiante de no tener para pagar las deudas. Habíamos conocido a Dios, pero clamábamos día y noche; creemos que el Altísimo lo permitió para que permaneciéramos buscándolo de todo corazón.

Nehemías le cuenta al rey qué es lo que precisa para cumplir con su propósito: cartas, madera, compañía,… Así es Dios cuando confiamos en Él, no deja de generar bendiciones sobre nuestras vidas como fruto de la PERSEVERANCIA. Benedicto XVI dice: “Nuestra oración debe ser intensa, afectuosa y constante”. “El rey me concedió todo esto porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí” (2,8). Cuando la Mano Poderosa de Dios está sobre nosotros, notamos que todo se mueve en un ORDEN, las cosas empiezan a coincidir,  se desatan situaciones que por mucho tiempo estuvieron atadas,…  Vine luego a los gobernadores del otro lado del río y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo. Pero oyéndolo Sambalat, el joronita, y Tobías el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel” (2,9-10). Cuando empezamos a construir y todo va bien, aparece el enemigo que quiere hacernos tropezar y desanimarnos,… Pero si tenemos a Cristo en el corazón ¡ni mil Sambalat tienen autoridad sobre nuestra vida! Y si ustedes siguen leyendo, en ningún momento Nehemías detiene su obra para prestar atención al enemigo… ¡Qué nada te saque del Proyecto de Dios! ¡Fortalécete! Hay mucha gente en el mundo que tiene las murallas derrumbadas y necesitan de nuestras manos para ser levantadas… Con el tiempo esas personas caminan junto a nosotros en la FE y el Pueblo de Dios empieza a crecer. ¡NO NOS CANSEMOS DE HACER EL BIEN! ¡No nos cansemos de amar!

Terminen de leer este precioso Libro de Nehemías y verán cómo se unen los hermanos. Lo que nos espera es un tiempo maravilloso, resistiendo: “Resistan en la Fe” (1 Pedro 5,9).

Oremos: “En Nombre de tu Hijo Jesús, apártanos Señor del camino que no es tuyo; bendícenos; llénanos de tu Presencia. Espíritu Santo ven a guiarnos y a darnos un corazón sensible, humilde,… fortalécenos en la FE para que no nos cansemos de hacer el bien, que podamos como Nehemías tener la vida entregada a Ti… Gracias te damos por nuestras vidas, que cada vez dependamos más de Ti; que crezcas Tú y disminuyamos nosotros. Amén”.