La bendición es para el que se anima a pensar distinto.

Escrito el 07/01/2022
Adrián Culjein

En estas fechas, generalmente, hacemos un balance de todo lo vivido el año anterior y planificamos el año siguiente. Si no lo hacemos conscientemente, de alguna forma inconscientemente pensamos en todo ello.

Uno de mis hijos terminó los estudios primarios y la directora, en el acto de fin de curso cuando dedicaba unas palabras a los niños, les decía que terminaba una etapa y comenzaba otra; y algo que me pareció muy interesante fue que les aconsejaba que en la vida sólo pidieran “sabiduría”, porque con la sabiduría viene todo lo demás: ser sabios a la manera de Dios. Les cuento esto porque cuando hacemos los balances pensamos en todo lo que no pudimos realizar, en  lo que no tuvimos o lo que perdimos… Pero no siempre nos preguntamos si somos mejores personas que el año pasado. ¿Somos mejores personas que en el año anterior? O al revés: ¿tengo proyectado ser mejor durante el nuevo año? ¿Quiero ser más alegre, más generoso, más humilde, estudiar, capacitarme, ayudar a alguien yendo “más lejos de mi familia”, tener mejor carácter,…? Porque SOMOS COMO PENSAMOS. ¿Qué es lo que pensamos? Si pensamos bien, mejoramos, nuestra mente se abre… Vemos el mundo según cómo pensamos y como pensamos, somos: si somos egoístas, veremos que todo el mundo es terrible; si somos generosos, veremos un mundo lleno de oportunidades; si somos agradecidos, veremos un mundo en el que podemos alegrarnos;… Generalmente nos esforzamos por alcanzar “cosas”: ¿qué necesito?, ¿qué me falta?,…; pero no siempre nos esforzamos en ser mejores personas, mejores cristianos, en amar más a Dios,… ¿Dedico tiempo a leer la Palabra? ¿Soy más “sabio” que el año pasado?

A veces, las oportunidades que buscamos no nos llegan porque no estamos preparados para verlas, no nos damos cuenta de que están ‘a la vuelta de la esquina’…; porque nuestra mente está ennegrecida y no hemos mejorado; o no se desarrollan porque no estamos preparados para compartirlas. Cuando lo estemos, el mundo se nos abrirá: hay una Palabra en particular que me iluminaba al pensar en estas cosas, está en 2 Reyes 6,24 a 7,20. Trata de una ciudad de Samaria que estaba asediada por los sirios y hacía varios meses que nadie podía entrar ni salir, se les acabó la comida, y por más que el rey oraba y ayunaba, se habían consumido todos los recursos y nadie veía ninguna oportunidad. Entonces el rey va a ver al hombre de Dios, a Eliseo que estaba en la ciudad (uno de los más poderosos profetas del Antiguo Testamento), y éste le dice que se quede tranquilo que al día siguiente sobreabundaría la harina y que terminarían todas las dificultades. El rey y los que estaban con él no le creyeron; aquél, estaba encerrado en sí mismo, en sus ‘fortalezas’, en las cosas como él las veía; oraba pero no escuchaba a Dios, no veía la solución, no creía en la palabra del profeta… En la ciudad pasaba lo mismo: la gente se comía a sus hijos, ¡cosas horrendas!, porque no veían oportunidades y no creían que la Palabra de Dios se cumpliría.

Pero el Señor tenía pensado algo de manera muy especial: a veces, las cosas que nos suceden tiene que ver con que aprendamos a crecer siendo mejores cada vez. Y en esta ciudad, más precisamente afuera de la fortaleza, fuera de la seguridad, había cuatro leprosos. En esa época, ser leproso era lo peor que te podía pasar: no podías acercarte a la ciudad, no podías trabajar, no podías relacionarte; dependías de lo que te daban, no tenías protección; y estando asediada la ciudad sin tener qué comer desde hacía varios meses, vos menos comerías… Y aparte tu bando venía perdiendo, venían perdiendo en la guerra, así que estaban desahuciados.

  Estos hombres leprosos de repente se dijeron: ‘en este lugar moriremos, si entramos a la ciudad nos matarán, y si hubiese de comer en la ciudad no nos darían; acá los únicos que comen son los sirios que están enfrente. Vayamos allá a buscar qué comer. Si nos matan en el camino, ahí moriremos, pero no podemos quedarnos  en este lugar’.   Y hacia allá se encaminaron… Durante el camino DIOS BENDIJO ESE CAMBIO DE ACTITUD: dejaron de ser personas sin alternativas y comenzaron a pensar de manera positiva confiando en que Dios les daría una solución ‘del otro lado’. Se dirigían a un lugar difícil, peligroso; dejaron de tener miedo, dejaron de ser los ‘parias’ y se convirtieron en valientes. Todos queremos ser ‘valientes’, y pensamos que serlo es una especie de emoción que sentimos y salimos a atropellar todo porque no tenemos miedo; y la definición de valiente no es eso. Según el diccionario, ‘valiente’ es “aquél capaz de acometer una empresa arriesgada a pesar del peligro y la dificultad y del posible temor que suscita”. ‘Valiente’ es quien avanza a pesar del problema; a pesar del miedo que tiene lo hace igual. No es que tiene todo solucionado, es que irá solucionando las cosas a medida que se presenten. Y estos leprosos empoderados con ideas nuevas, avanzan hacia el campamento del adversario, y Dios hace sentir al enemigo que esas cuatro personas que caminaban despacio y enfermas eran como un ejército que se aproximaba con un estruendoso ruido tan grande que los sirios abandonaron su lugar. Dejaron todo como estaba: dejaron la comida, las riquezas,  todo…, y se fueron. Cuando los leprosos llegaron, al encontrar el campamento vacío, comieron hasta saciarse. Luego tomaron todo lo que pudieron, lo escondieron, y pasaron a ser gente próspera, llena de riquezas. Tan sólo por haber cambiado su manera de pensar: FUERON SABIOS. Donde nadie veía una posibilidad, ellos vieron que se podía acceder. Por eso es tan importante que nosotros nos trabajemos: ¿quiénes somos?, ¿cómo pensamos? Porque solemos ir a la iglesia a pedirle al Señor que nos cambie pero seguimos aferrados a nuestras ‘fortalezas’, a aquello que creemos que nos hace fuertes, pero al fin y al cabo nos esclavizan. Seguimos haciendo las cosas como nosotros las pensamos y las vemos; no nos permitimos tomar una actitud nueva y tampoco permitimos que la Palabra de Dios transforme verdaderamente nuestra vida.

Jesús tiene un llamado muy especial, dice: “Conviértanse, porque el Reino de Dios está cerca” (Mateo 4,17). ‘Conviértanse’ quiere decir ‘cambien su manera de pensar’. Cambiemos, miremos las cosas desde otro punto, creamos que se puede… A veces como el rey, estamos detenidos en cosas que no nos salen, en cosas que hemos aprendido mal; en nuestros pensamientos negativos, como ‘nadie puede’, ‘es imposible’, ‘puedo fracasar’, ‘fracasar me hace perdedor’, ‘fracasar es malo’, ‘es muy difícil’ (pensamientos de derrota),… Y acá hago una reflexión sobre el ‘fracaso’: ‘fracasar’ no es algo intrínsecamente malo, fracasar te enseña a aprender, lo malo es no hacer nunca nada quedándose detenido en el mismo lugar. El ‘fracaso’ es una forma de aprender, de crecer, de madurar. LOS ÉXITOS ESTÁN LLENOS DE FRACASOS PREVIOS. Se debe comenzar por las cosas pequeñas para llegar a las grandes. A todos nos gustaría tener grandes gerencias pero ninguno está dispuesto a empezar como el cadete

  En ese grupo de leprosos estaba Guejazí, uno de los ayudantes del profeta Eliseo. No está en la Biblia pero se infiere del texto: si leemos unas páginas previas, este personaje, al cometer un grave error-tuvo un problema de codicia muy severo habiendo cometido un robo-, como consecuencia queda leproso y pierde sus beneficios (2 Reyes 5,19 -27). Y en las Escrituras deja de tener ‘nombre’ y pasa a ser un leproso más, desaparece. Los afortunados se dijeron: “Esto que estamos haciendo no está bien, todo esto no puede ser sólo para nosotros. Volvamos a Israel a decirle a la gente que todo esto está a disposición de ellos”. Así fue que se volvieron. Y esto era tan difícil como lo anterior, porque tenían que entrar a la ciudad y decirle a alguien que había un campamento vacío con víveres para todos.  La ley no los amparaba, podían ser apedreados y estaba bien visto matar un leproso por haberse acercado.  Y a pesar de saber esto, ellos vuelven a la fortaleza y dan la noticia. La gente no les cree; le preguntan al rey y éste dice que puede ser una trampa. A fin de cuentas sus ayudantes lo convencen, manda a que se inspeccione si era cierto y descubren tal como dijeron los leprosos. Iban todos a comer, y como había dicho Dios por medio de su profeta, sobró comida para el día siguiente y la bendición para todo el pueblo. Estos enfermos pensaron en los demás y por esta razón, da a entender la Palabra, quedaron sanos: Guejazí servía al rey (2 Reyes 8,5). Esto quiero reflexionar: Guejazí tuvo un ‘fracaso’ en su vida y eso lo capacitó para luego poder bendecir a todo el pueblo de Israel. Dios trabaja con seres lastimados, Él nos va trabajando de a poco y nos capacita, nos levanta para que volvamos a nuestra familia y a un montón de gente que necesita de nuestro “SÍ”, de nuestro cambio en la manera de pensar.

“Somos lo que pensamos y vemos el mundo como somos”… Cuando me encontré con el Señor, descubrí que anteriormente veía todo difícil: había preocupación, miedo, ansiedad, desesperación, encontraba alegría en lo que no tenía valor,…; y Jesús me dijo “SOS VALIOSO A MIS OJOS, NUNCA MÁS ESTARÁS SOLO”. Eso te dice el Señor cuando te encuentras con Él, Él te ama y te bendice; no importa dónde estés ni quién te dejó, Él siempre está. ¡Qué bendición tan maravillosa!... Saber que Él siempre está para vos.

Testimonio: Una vez, haciendo un “Taller de liberación de miedos”, hace bastante tiempo ya, yo estaba solo en ese momento en el hall de la recepción, y entra un hombre corpulento casi como Goliat, me mira y me dice apuntándome con el dedo índice: “Ustedes están llenando la cabeza a mi esposa”. ¡Claro! Porque Dios había entrado en la mente de esa esposa y estaba cambiando su vida y las circunstancias no estaban en el mismo lugar; y cuando ella se encontró con el Señor, todo su entorno cambió. Lo que estaba mal quedó en evidencia, como este rey frente a los leprosos. No importa qué tan pequeño te sientas: si Dios está de tu lado, cada movimiento tuyo será como ese ejército que llega hasta los sirios.

Éste es un pensamiento que cambia el mundo: “DIOS ESTÁ DE TU LADO”. Si obras bien, si buscas con buena intención, si clamas a Él, Dios está de tu lado como con estos leprosos que ni siquiera habían escuchado la profecía pero obraron bien, salieron del temor y de la angustia y decidieron ir por lo nuevo. Nuestra familia ¿está preparada para buscar lo nuevo? ¿Estamos preparados para decir la verdad: esto soy, esto doy, esto necesito,…? ¿Hablamos, compartimos, bendecimos, salimos de la tristeza dando,…?  ¿Somos sabios? como diría la seño de mi hijo. ¿Buscamos esa sabiduría o solamente queremos ¡ya! lo que pedimos?

Repasamos entonces… Somos lo que pensamos… Vemos el mundo como somos: debemos buscar ser la persona correcta en el momento correcto. Siempre podemos ser mejores, siempre podemos dar más, siempre podemos ir más lejos. Lo que nos detiene es la queja, la pereza,… A veces, cuando tenemos problemas de “prosperidad” pensamos que el que es próspero se sienta a mirar la TV y a tomar sol en la pileta. A lo largo del tiempo me he dado cuenta de que el que es próspero, está sentado en la pileta o en la reposera, pero tiene la cabeza pensando en cómo va a trabajar: está creando, está proponiendo ideas; es gente que da, es generosa,… y todo eso funciona. Lo aprendí viendo a mi vecino, es una persona que no para nunca, es excelente, siempre está haciendo algo. Y yo me dije ‘tengo que hacer lo mismo…’ Creces interiormente: sales de la queja, del miedo, de la envidia; empiezas a ver  más allá como estos leprosos. ¿Qué hacen los matrimonios que son felices? Es gente que da, que se perdona, que se trabajan ellos mismos, y así van prosperando como pareja y con sus hijos… ¿Cómo somos?... Si no cambiamos nosotros, no puede cambiar nuestra familia, nuestro entorno…

Cuando decidas salir de la queja, del ‘no puedo’,  del ‘no me sale’, y pases a la acción-aunque sea difícil o que quizás fracases-, serás ‘SABIO’ a la manera de Dios y el Ejército del Señor irá detrás de ti y habrá un gran estruendo… No sé qué harás, pero yo me paro hoy y ¡empiezo a caminar en el Señor! ¡Amén!