Arriesgarse.

Escrito el 14/05/2021
Marianela Ferrua

¿Arriesgarse? Muchos se preguntarán ¿y por qué arriesgarme?, pregunta que muchas veces me la he hecho yo misma… Arriesgarme simplemente porque quiero obtener un cambio y deseo algo distinto en mi vida. Entonces, en base a esa pregunta es donde tenemos la respuesta: si yo no quiero los mismos resultados que hace años vengo obteniendo, o hace meses o hace días, tengo que hacer algo diferente. Dios nos muestra que tenemos un DON, yo tengo una capacidad que nadie más la tiene.

   En 1 Reyes 3,12 dice: “Pues bien, te voy a conceder lo que me pediste, te voy a dar un corazón tan sabio e inteligente como nadie lo ha tenido antes que tú, y como nadie lo tendrá después de ti”. Es importante esto que Dios nos dice: que somos inteligentes y que a cada uno en particular le dio un don. Muchas veces nos comparamos o queremos hacer lo mismo que hizo “tal” para obtener “tal” resultado, y acá Dios nos llama a SER ÚNICOS, a hacer cosas distintas, a movernos

  Tengo para compartir con ustedes tres ejemplos de personas de la Biblia que se arriesgaron. Debemos saber que el arriesgarnos implica un movernos, un salir de la comodidad, … y ello, muchas veces, nos genera un vértigo, una incomodidad, un cierto temor por lo desconocido o por saber si nos va a salir bien o no.

  En 1 Samuel 17,32 David le dice a Saúl: “No hay por qué tenerle miedo a ése, yo, tu servidor, iré a pelear con él”. Pensaba en David, cómo siendo tan joven, tal vez inexperto-si bien era pastor de ovejas y estaba acostumbrado a pelear, pero en luchas de cuerpo a cuerpo no tenía experiencia-, de contextura pequeña, …y sin embargo no tuvo miedo, obedeció y fue, se movió, no se quedó… El gigante-como cuenta la Biblia-medía más de dos metros, con lo que otro, en lugar de David, hubiera dicho “¡No, yo no me enfrento con ése!”, era una situación con riesgo de muerte … Otra arriesgada fue la hemorroísa (Marcos 5,25-34), ella era una mujer que hacía doce años padecía de hemorragia, había consultado con un montón de médicos y había gastado todo su dinero para poder salir de esa enfermedad y no lo conseguía. Hasta que escuchó que Jesús pasaría y se arriesgó en ir-seguramente estaría débil, anémica-, con el aprieto de tanta gente, no era un lugar para que se acercara allí una persona en su estado físico. Ella también hubiera podido decir “No, yo me quedo en mi casa, mirá si voy y me desmayo y me pisan…” Al contrario, se arriesgó. En el versículo 28 dice: “Ella pensó: <Si logro tocar su manto, sanaré>, y al momento cesó su hemorragia”. O sea que, al arriesgarse, recibió la sanación. Y por último, encontramos en Marcos 2,1-12 a un grupo de amigos que se arriesgan: “Y mientras Jesús anunciaba la Palabra, cuatro hombres le trajeron un paralítico al que llevaban tendido en una camilla. Como no podían acercarse a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo donde estaba y por el agujero lo bajaron” (vers.3-4). Fíjense si no fueron arriesgados estos hombres: no sólo arriesgar su vida, porque ¿quién haría un agujero en el techo y bajaría a una persona con el peso que implica, o caerse y hacerse daño?, o que los echaran haciéndoles problema por aquello- ¡estaban rompiendo un techo! -.

  Estos tres ejemplos que les compartí tienen algunas cuestiones en común que me llama la atención: primero, que ninguno hizo “cosas” muy comunes.  David, que se enfrentó con cinco piedritas al gigante-que estaba bien equipado con armas y con armadura de hierro-, no es algo lógico si quisiéramos usar la razón. El pensamiento de la hemorroísa que con sólo tocar “un manto” se sanaría, … tampoco; y lo de los amigos del paralítico, eso de hacer un hueco en un techo y arriesgarse con el enfermo…, tampoco. Vemos con esto que Dios nos llama a hacer cosas distintas, a movernos, a cambiar, porque a veces estamos años haciendo lo mismo, y por supuesto, obtenemos los mismos resultados; por eso es el hecho de modificar, de desestructurarnos … Obviamente, a todos nos cuesta porque genera en nosotros incomodidades, pero vemos claramente la enseñanza de salir de la comodidad.

  En segundo lugar, y creo que es lo más importante, confiaban plenamente en el Poder de Dios; confiaban en que si se arriesgaban iban tendrían un resultado, y así fue, todos ellos obtuvieron el resultado que habían imaginado porque lo visualizaron. Entonces, ¡que importante es visualizar aquello que Dios nos promete! Y saber que, si es la Voluntad de Dios y yo lo anhelo, Él mismo lo pone en mi corazón y por eso en algún momento va a llegar. Si me arriesgo y me sale mal, no importa, porque aunque sea, no me quedé con la duda de si me podría haber salido o no. Creo que a nadie le gusta esa incertidumbre de saber si nos va a ir bien o mal. Dios nos llama a arriesgarnos.

  Veamos cuatro puntos a tener en cuenta:

  - Antes de arriesgarme, debo orar y ayunar, pedirle a Dios sabiduría. Pero no durante meses pidiéndole signos al Señor, sino, poniendo en práctica el siguiente punto…

  - Activarme, moverme, salir de ese lugar de comodidad, y confiar plenamente en Dios.

  - Hacer cosas distintas: si quiero un resultado diferente en mi vida, tengo que hacer algo distinto.

  - No esperar a que todo pase: en este tiempo de pandemia tendríamos la excusa perfecta para no hacer aquello que Dios nos viene pidiendo; nunca va a estar todo perfecto para que yo comience eso que Dios me marca.

  A veces queremos tener todo solucionado. Testimonio: Recuerdo que cuando nos casamos, mi futuro esposo y yo, no teníamos absolutamente nada, sólo teníamos el deseo de casarnos-llevábamos 10 años de noviazgo-. Si seguíamos esperando a estar mejor con nuestros trabajos para tener una mesa, una cama, una heladera, … eso no llegaría porque era el movernos lo que faltaba. Y cuando nos movimos dando el paso de poner una fecha, Dios nos proveyó: nos regalaron una heladera y una cama, conseguimos un alquiler súper accesible para nuestros ingresos en ese momento, …

  Cuando nos movemos, estamos confiando en que Dios nos va a dar la solución para aquello que estamos queriendo. Es activar la FE: si yo no me muevo es no creer que Él puede obrar en mi vida, creyendo que solamente puedo en mis fuerzas.

  Testimonio: En octubre de este año, tuve un embarazo anembrionario; cuando fui a hacerme la ecografía se vio que estaba sólo el saquito gestacional, no estaba el bebé, no se había llegado a formar-por supuesto que en ese momento fue una desilusión, era algo que no nos hubiese gustado pasar porque uno va entusiasmado a ver el bebé-; pero bueno, gracias a Dios enseguida salimos de “ese lugar”, no nos quedamos en la tristeza, confiamos en que si Dios no lo permitió en ese momento, era porque “no era el tiempo”. Obvio que dolió, pero también sabíamos que LOS PLANES DE DIOS SON SIEMPRE PERFECTOS, y que si Él lo permite es por algo, porque vamos a aprender, porque va a venir algo mejor, porque Dios tiene un tiempo para todo; y por supuesto, estar en oración durante ese período pidiéndole que quite toda tristeza, que sane, … No tuvimos miedo de volver a intentar, de volver a arriesgarnos. Ahora les cuento que estoy casi entrando en el cuarto mes de embarazo, estamos muy felices, vimos al bebé, está todo perfecto gracias a Dios. Con esto quiero alentarlos a ir por más, a no quedar detenidos por el miedo, porque Dios siempre tiene algo hermoso para nuestras vidas, y como dice en Salmo 23,4: “Aunque pase por oscuras quebradas, no temeré ningún mal”; me llega mucho esa Palabra porque el Señor no nos dice que “no vamos a pasar…”, dice “aunque pase…”, a veces nos toca pasar por situaciones que no nos gustan, pero debemos creer en los planes maravillosos que Dios tiene para cada uno de nosotros.

  El Todopoderoso es el que nos da la Fuerza para levantarnos una y mil veces, con Él superamos cualquier situación. En Josué 1,5-9 dice: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente, porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra por la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la Ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de Ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca apartes de tu boca este Libro-la Palabra de Dios-sino que medítala de día y de noche, para que guardes y haz conforme a todo lo que está escrito, y así harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Mira que te mando a que te esfuerces y seas valiente, no temas ni te desmayes, porque Yavé, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas”. Dios está con nosotros, y siempre que damos un paso, aunque no salga como queramos, podemos aprender de esa situación. Si le encomendamos a Él nuestros proyectos, nuestros sueños, eso que tanto anhelamos para nuestra vida, tenemos que estar tranquilos, confiar en que toda va a salir bien, y que, si no sale de la manera que queremos, de ese aprendizaje rescataremos otra herramienta, otra enseñanza.

  Oramos: Pedimos a Dios que nos anime y que ponga en nuestro corazón ese deseo de arriesgarnos, y, sobre todo, que saque ese miedo, ese temor, ese estancamiento, esa falta de FE. “Te pedimos, Señor, que estés poniendo en nuestras vidas esa FE y esa confianza para ir por ese sueño, por esa meta, por ese proyecto, por esa relación que tal vez me está costando encarar-ya sea familiar, ya sea afectiva, en la pareja, en el matrimonio-, que pueda arriesgarme a vencer eso que tal vez durante años me está costando. Por eso quiero esforzarme y ser valiente, como le dijiste a Josué, poder actuar como estas personas que vimos, arriesgándome y haciendo cosas diferentes, yendo por más, saliendo de la comodidad y de esas estructuras, … Y te damos gracias, porque sabemos que a partir de hoy pondrás en nuestro corazón ese sueño… como dice en Génesis 13,15: “Toda esa tierra que alcances a ver te la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. Por eso, hay que visualizar “ese sueño cumplido”. Te damos gracias, Señor, porque sabemos que grandes y maravillosas cosas harás en nuestras vidas. Amén.”