Siempre tomamos decisiones: cada día de nuestra vida está lleno de ellas, pequeñas y grandes. Quiero hablarte de las decisiones importantes, de esas que marcan un antes y un después. Que luego puedas decir: “A partir de aquel día que tomé esa decisión, las cosas en mi vida cambiaron”. Cuando me encontré con el Señor, tomé la decisión de seguirlo y mi vida ha cambiado; cambió la vida de mi familia con esa decisión que tomamos con mi esposa. Las decisiones importantes hacen que seamos distintos; lo que hoy podamos decidir, posiblemente, haga que la semana que viene estemos en otro lugar mucho más importante.
Hace poco hablaba con un muchacho que está luchando con su trabajo, y me compartía la dificultad que estaba teniendo. Yo le decía que a veces tenemos que “dar vuelta la página”, tal vez ya escribimos en esa hoja y debamos escribir en otra una historia distinta. A veces, cuando nos quedamos instalados en un lugar sin tomar decisiones, quedamos atrapados; y no podemos desarrollar todo lo que Dios tiene preparado para nosotros: ya sea en trabajos, ya sea en relaciones con otras personas-muchas veces, estando en contacto con ellas, sufrimos o no nos sentimos bien-, y seguimos “instalados” en ese lugar sin darle un “corte”.
Dios siempre nos está alentando a través de su Palabra, a tomar decisiones. Recorriendo las Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, vemos que están llenas de “decisiones” importantes que hoy, a nosotros, nos enriquecen. En Mateo 16,25 dice: “Porque aquél que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de Mí, la encontrará”. ¿Perdemos nuestra vida para encontrar la Vida Abundante en Cristo? ¿Decido elegir la Vida de Dios o la que el mundo nos ofrece? Tomamos una o tomamos la otra: la primera es una decisión que nos llevará a vivir una vida de mejor calidad; y la segunda, la del mundo, nos traerá dificultades. Yo sé por experiencia, que la Vida en Cristo, me ha hecho vivir cosas inigualables; la decisión que tomé en aquel tiempo de seguir al Señor, me ha dado cantidad de bendiciones. No sin problemas, pero sí de mejor calidad: es como cuando vas a comprar algo… ves precios, ves calidad, y siempre apostás a lo de mejor calidad. No podemos funcionar teniendo una y queriendo la otra: muchas personas tienen agarrada con una mano las cosas del mundo, y con la otra se estiran para alcanzar la Vida de Dios. No nos dará resultado, no funcionará de esa manera: nunca podremos disfrutar de la buena vida que Dios nos quiere dar.
Debemos vivir con decisiones firmes, sin titubeos. En Deuteronomio 30,19-20 dice: “Hoy tomo por testigo contra ustedes al Cielo y a la Tierra; Yo he puesto delante de ti, la vida y la muerte, las bendiciones y las maldiciones. Elige la vida y vivirán tú y tus descendientes, con tal de que ames al Señor tu Dios, escuches su Voz y le seas fiel, porque de ello dependen tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a sus padres Abraham, Isaac y Jacob”. Se trata de decisiones. Josué también, reunió a todo Israel y los confrontó a tomar una decisión: “Elijan hoy a quién van a servir. Yo y mi familia, serviremos al Señor” (Josué 24,15). Hoy, nosotros podemos estar como las olas de las que habla Santiago, yendo y viniendo en las cosas de Dios (Santiago 1,6). ¿Qué sucede cuando nosotros tomamos decisiones firmes? En Salmo 1,3 dice: “Es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce frutos a su debido tiempo y cuyas hojas nunca se marchitan; todo lo que haga le saldrá bien”. Eso significa que sus raíces serán profundas, que nunca se secarán porque se mojan en las aguas del río, ahí donde nunca tendrán sed, y donde ninguna tormenta las podrá arrancar. Esto es lo que nos espera cuando estamos firmes en las cosas de nuestro Dios; sólo con Él se consigue la firmeza.
También Daniel fue confrontado a tomar una decisión. Todos los ministros y los gobernadores, le hicieron firmar al monarca una ley donde decía que el que estuviera adorando a otro “dios” que no fuera el rey, sería tirado a los leones. Y Daniel tomó una decisión valiente: fue a su habitación, y en “el lugar” que tomaba siempre, adoraba y alababa al Señor. Allí lo encontraron y fue tirado a los leones, pero éstos no le hicieron nada. El rey estaba tan asombrado, que ordenó a todo el pueblo a adorar y a alabar al Dios de Daniel (Daniel 6,1-29).
La hemorroísa y Jairo también tomaron buenas decisiones. Jairo le manifestó a Jesús su preocupación por su hija que se estaba muriendo, y siendo un jefe de la sinagoga (consideremos la autoridad que él tenía), tomó la decisión de caminar por entre medio de la muchedumbre y hacerse un lugar frente a Jesús, se postró frente a Él y dijo: “Mi hijita se está muriendo, ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Este papá tenía la certeza de que Jesús podía salvar a su hija. “Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud”. La decisión de este hombre de FE hace que el Señor cambie de rumbo y se dirija a su casa para concederle el milagro que le pedía. Jesús manifestó que la niña no estaba muerta, sino dormida (Mateo 9,18-26). ¿Qué fue lo que cambió “la dirección” de Jesús? Fue Jairo, él hizo que el Maestro fuese hacia ese lugar. Si nosotros esperamos “pacientemente” que las cosas cambien en nuestra vida, no tendremos resultados. Una decisión valiente y de FE hará que Jesús obre en nuestra vida.
Te aliento a que te pares con firmeza en la vida en este tiempo de dificultades, a que tomes la decisión firme de seguir a Jesús para que los resultados lleguen, a que puedas decidir como Jairo y Daniel, y como tantos otros que aparecen en las Escrituras: José, el del Génesis, también tomó decisiones en el orden de Dios y eso lo llevó a las alturas, llegó a ser el segundo en el poder, en Egipto.
Yo sé, que tanto a vos como a mí, nos esperan grandes cosas si tomamos decisiones en el orden divino. Sigue luchando a pesar de que te sea difícil, es importante que tomes decisiones que rompan estructuras, lo que nos espera es más grande. Cuando estamos en la Voluntad de Dios, seguro que lo que viene es mayor. Que Dios te esté dando fuerzas para tomar “esa decisión”: tal vez tengas que dejar esa relación que te causa tristeza y desesperanza; tal vez sea dejar ese trabajo que lo único que provoca es que ganes poco dinero, que te maltraten, que no te valoren, que no te alienten,… A las decisiones tenés que tomarlas ahora, no pierdas tiempo.
Oro para que Dios te fortalezca y de esa manera puedas enfrentar las dificultades y puedas tomar decisiones de FE, decisiones valientes. ¡Gracias te damos, Señor, porque nos impulsas a ir por las cosas de tu Reino! Amén. Que el Señor te bendiga y te guarde.