Oseas 2, 16-25
Dios ama a su pueblo Israel
2 16 »Yo la voy a enamorar:
la llevaré al desierto
y le hablaré al corazón.
17 Luego le devolveré sus viñas,
y convertiré el valle de Acor
en puerta de esperanza para ella.
Allí me responderá como en su juventud,
como en el día en que salió de Egipto.
18 Entonces me llamará “Marido mío”,
en vez de llamarme “Baal mío”.
Yo, el Señor, lo afirmo.
19 Y quitaré de sus labios
los nombres de los baales,
y jamás volverán a mencionarse.
20 »En aquel tiempo haré en favor de Israel
una alianza con los animales salvajes,
y con las aves y las serpientes;
romperé y quitaré de este país
el arco, la espada y la guerra,
para que mi pueblo descanse tranquilo.
21 Israel, yo te haré mi esposa para siempre,
mi esposa legítima, conforme a la ley,
porque te amo entrañablemente.
22 Yo te haré mi esposa y te seré fiel,
y tú entonces me conocerás como el Señor.
23 Yo, el Señor, lo afirmo:
En aquel tiempo yo responderé al cielo,
y el cielo responderá a la tierra;
24 la tierra responderá al trigo,
al vino y al aceite,
y ellos responderán a Jezreel.
25 Plantaré a mi pueblo en la tierra
exclusivamente para mí;
tendré compasión de Lo-ruhama,
y a Lo-amí le diré: “Tú eres mi pueblo”,
y él me dirá: “¡Tú eres mi Dios!”»
Baruc 1, 3-13
Reunión en Babilonia
1 3 Baruc leyó este libro delante de Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y delante de todas las personas que se habían reunido para oírlo. 4 También lo escucharon los funcionarios del gobierno y los miembros de la familia real, los ancianos y gente del pueblo de toda condición social, es decir, todos los que vivían en Babilonia, a orillas del río Sud. 5 Al oírlo, la gente se puso a llorar, a ayunar y a orar al Señor. 6 También reunieron dinero, según lo que cada uno podía dar, 7 y lo enviaron a Jerusalén, al sumo sacerdote Joaquim, hijo de Hilquías y nieto de Salom, y a los otros sacerdotes y a la gente que se encontraba con él en Jerusalén. 8 Este envío se hizo el día diez del mes de Siván, cuando Baruc recibió los utensilios que se habían llevado del templo, para devolverlos al país de Judá. Se trataba de los utensilios de plata que había mandado hacer Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá, 9 después que el rey Nabucodonosor de Babilonia había hecho salir de Jerusalén y deportado a Babilonia a Jeconías, a los funcionarios del gobierno, a los jefes, a los cerrajeros y a la gente del pueblo.
10 Ese dinero lo enviaron junto con el siguiente mensaje: «Les enviamos este dinero para que tengan con qué ofrecer holocaustos, sacrificios por el pecado e incienso. Preparen ofrendas y ofrézcanlas sobre el altar del Señor nuestro Dios. 11 Hagan oraciones por el rey Nabucodonosor de Babilonia y por su hijo Belsasar, para que ellos vivan en la tierra tantos años como dure el cielo. 12 El Señor nos dará fuerzas e iluminará nuestros ojos para que sigamos viviendo bajo la protección del rey Nabucodonosor y de su hijo Belsasar, y para que sigamos sirviéndole durante mucho tiempo; y así ellos nos tratarán favorablemente. 13 Oren también al Señor nuestro Dios por nosotros, pues hemos pecado contra él; por eso, hasta el día de hoy el Señor no ha apartado de nosotros su ira y su enojo.