Día 38

Escrito el 22/03/2024
Renee


Victoria en Cristo

Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Romanos 8:37

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verda­deramente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas.

Efesios 1:17-23

 

Porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 1 Juan 5:4-5

Catecismo de la Iglesia Católica 2788

Como la Oración del Señor es la de su Pueblo en los “últimos tiempos”, ese “nuestro” expresa también la certeza de nuestra esperanza en la última promesa de Dios: en la nueva Jerusalén dirá al vencedor: “Yo seré su Dios y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7).

 

EL ÚNICO CREYENTE QUE ES DERROTADO ES EL QUE SE DA POR VENCIDO.

 

Oremos

Padre Santo, en el Nombre de Tu Amado Hijo Jesucristo, te pido que reciba la plena convicción de quien soy en Ti. Hago estas declaraciones de fe:

1-Creo que en todo soy más que vencedor por medio de Jesucristo.

2- Creo que, el Padre de la gloria, me concede un espíritu de sabiduría y de revelación.

3- Creo que Jesús ilumina mi corazón, para que pueda valorar la esperanza a la que he sido llamado, a los tesoros de gloria que encierra mi herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en mí, por la eficacia de su fuerza.

4- Creo que ese mismo poder está en mí, el poder que Dios manifes­tó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro.

5-Creo que Dios puso todas las cosas bajo los pies de Jesucristo y lo cons­tituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas, y que como yo estoy en Cristo, también esta promesa es para mí, y todas las cosas están bajo mis pies.

6-Creo que como he nacido de Dios, y creo que Jesús es el Hijo de Dios soy vencedor sobre el mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es la fe.

7-Creo que Dios mismo está diciéndome ahora Tu eres vencedor, y “Yo seré tu Dios y tú serás mi hijo” (Apocalipsis 21:7).