Consagración
Por este bautismo en su muerte fuimos sepultados con Cristo, y así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros empezamos una vida nueva.
Romanos 6:4
Les hablaré, hermanos, como a gente instruida en la Ley. Ustedes saben que la Ley tiene autoridad sobre las personas solamente mientras viven. La mujer casada, por ejemplo, está ligada por ley a su marido mientras éste vive. En cuanto muere el marido, ya no tiene obligaciones hacia él. Mientras éste vivía, cometía un adulterio entregándose a otro; pero, muerto el esposo, queda libre de sus deberes, y si se entrega a otro hombre, no será un adulterio. Lo mismo pasa con ustedes, hermanos, pues han muerto a la Ley en la persona de Cristo, y han pasado a pertenecer a otro, al que resucitó de entre los muertos, a fin de que diéramos fruto para Dios. Cuando no éramos más que “carne”, la Ley estimulaba las pasiones propias del pecado, que actuaban en nuestro cuerpo produciendo frutos de muerte. Pero ahora hemos muerto a lo que nos tenía aprisionados, y la Ley ya no vale para nosotros. Ya no estamos sirviendo a una ley escrita, cosa propia del pasado, sino al Espíritu: esto es lo nuevo.
Romanos 7:1-6
Oremos
Padre Santo gracias por darme la nueva vida que le diste a Jesús cuando lo levantaste de los muertos. Gracias porque esa vida ha hecho que muera en mí; el hombre viejo atado al pecado, y ahora tenga la nueva vida de la Resurrección de Jesucristo. Dame la capacidad de entender que la nueva vida, que has puesto en mí, aunque haya nacido de nuevo, puede oscurecerse por el pecado, y esta nueva vida yacerá inactiva, Hoy entiendo que no venceré al pecado tratando en mis fuerzas de no pecar, Lo venceré siempre que viva de acuerdo a esa nueva vida que Tú Amado Dios has puesto en mí. Me comprometo a pasar tiempo con Tu Palabra, a recibir reiteradamente los sacramentos, a orar, a caminar acompañado de La Santísima Virgen María, a vivir insertado en una comunidad de hermanos dentro de Tu Iglesia; sé que al hacerlo, Tu me fortalecerás y me capacitarás, para poner al pecado debajo de mis pies.
Señor deseo experimentar, el poder de vivir esta nueva vida todos los días, haciendo estas cosas, sé que al hacerlo comenzaré a vivir el poder de la resurrección que has puesto en mí.
Amén.