Día 27

Escrito el 11/03/2024
Renee


Día 27

“Y si no les parece bien servir al SEÑOR, escojan hoy a quién han de servir: si a los dioses que sirvieron sus padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los Amorreos en cuya tierra habitan. Pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR.”

Josué 24:15

 

Se habían terminado los campesinos, se habían terminado en Israel, Hasta que yo, Débora, me levanté, Hasta que me levanté, como madre en Israel. Habían escogido nuevos dioses; Entonces la guerra estaba a las puertas. No se veía escudo ni lanza Entre 40,000 en Israel. Mi corazón está con los jefes de Israel, Los voluntarios entre el pueblo. ¡Bendigan al SEÑOR! Jueces 5:7-9

 

Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda y tomando en la mano un martillo, se le acercó silenciosamente y le clavó la estaca en las sienes, la cual penetró en la tierra, pues él estaba profundamente dormido y agotado, y murió.

Jueces 4:21

 

Ha llegado el momento de acudir en ayuda de tu herencia, y de realizar lo que me había propuesto para aplastar a los enemigos que se alzaron contra nosotros”. Judit se aproximó entonces a la barra del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, descolgó de allí su espada, y acercándose al lecho, lo tomó por la cabellera y exclamó: “¡Fortaléceme en esta hora, Dios de Is­rael!”. Luego le asestó dos golpes en el cuello con todas sus fuerzas y le cortó la cabeza. Hizo rodar el cuerpo desde el lecho y arrancó el cortinado de las columnas. Poco después, salió y entregó a su servidora la cabeza de Holo­fernes. Esta la metió en la bolsa de las provisiones, y las dos salieron juntas, como lo hacían habitualmente para la oración. Atravesaron el campamento y, bordeando el barranco, subieron la pendiente de Betulia hasta llegar a sus puertas. Judit gritó desde lejos a los guardias de las puertas: “¡Abran, abran las puertas! Dios, nuestro Dios, está con nosotros para manifestar todavía su fuerza en Israel y su poder contra nuestros enemigos, como lo ha hecho hoy”.

Judit 13; 5-13

También dijo el Filisteo a David: “Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.” Entonces dijo David al Filisteo: “Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del SE­ÑOR de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado. “El SEÑOR te entregará hoy en mis manos, y yo te derribaré y te cortaré la cabeza. Y daré hoy los cadáveres del ejército de los Filisteos a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, para que toda la tierra sepa que hay Dios en Israel, y para que toda esta asamblea sepa que el SEÑOR no libra ni con espada ni con lanza; porque la batalla es del SEÑOR y El los entregará a ustedes en nuestras manos.” Sucedió que cuando el Filisteo se levantó y se fue acercando para enfrentarse a David, éste corrió rápidamente hacia el frente de batalla para enfrentarse al Filisteo. David metió la mano en su saco, sacó de él una piedra, la lanzó con la honda, e hirió al Filisteo en la frente. La piedra se hundió en su frente y Goliat cayó a tierra sobre su rostro. Así venció David al Filisteo con una honda y una piedra, e hirió al Filisteo y lo mató; pero no había espada en la mano de David. Entonces David corrió y se puso sobre el Filisteo, tomó su espada, la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza con ella. Cuando los Filisteos vieron que su campeón estaba muerto, huyeron.

1 Samuel 17:44-51

 

Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas. En ella confía el corazón de su marido, Y no carecerá de ganancias. Ella le trae bien y no mal Todos los días de su vida. Busca lana y lino, Y con agrado trabaja con sus manos. Es como las naves de mercader, Trae su ali­mento de lejos. También se levanta cuando aún es de noche, Y da alimento a los de su casa Y tarea a sus doncellas. Evalúa un campo y lo compra; Con sus ganancias planta una viña. Ella se ciñe de fuerza Y fortalece sus brazos. Nota que su ganancia es buena, No se apaga de noche su lámpara. Extiende sus manos a la rueca, Y sus manos toman el huso. Extiende su mano al po­bre, Y alarga sus manos al necesitado. No tiene temor de la nieve por los de su casa, Porque todos los de su casa llevan ropa escarlata. Se hace mantos para sí; Su ropa es de lino fino y de púrpura. Su marido es conocido en las puertas de la ciudad, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hace telas de lino y las vende, Y provee cinturones a los mercaderes. Fuerza y dignidad son su vestidura, Y sonríe al futuro. Abre su boca con sabiduría, Y hay enseñanza de bondad en su lengua. Ella vigila la marcha de su casa, Y no come el pan de la ociosidad. Sus hijos se levantan y la llaman bienaven­turada, También su marido, y la alaba diciendo: "Muchas mujeres han obrado con nobleza, Pero tú las superas a todas."

Proverbios 31:10-29

Oremos

Declaro Señor por la fe, que toda mi familia viene a Ti, sé que en el trans­curso del tiempo y cuando sea el momento justo todos mis seres queridos estarán adorándote y sirviéndote a Ti Dios único y verdadero. Gracias por­que, las mujeres de mi familia las toca la unción de Jael, y de Judit que mataron al enemigo por medio de tus estrategia y fuerzas, la de Débora que guió al pueblo sin rumbo, la de Rut como mujer virtuosa y decidida, la de Proverbios 31, mujer de guerra, acaudalada de fortuna y riquezas, además de fortaleza y fuerzas extraordinarias. Y por sobre todo tomarán como ejemplo a María Madre de Dios, que con su obediencia y decisión, no dudo en exponer su vida para participar del plan de Salvación para la humanidad. Gracias porque los hombres de mi familia tienen la unción de José, donde la presencia del Señor los acompaña en todo momento, y la unción de David, para enfrentar los gigantes y vencerlos, y la humildad y disposición de San José para escuchar la voz de Dios. Mi familia es efecti­vamente libre. Cuando el enemigo entra en mi casa lo cubro con el manto de la Sangre de Jesucristo, para prepararlo para la destrucción. Los ángeles están alineados sobre mi situación y yo tengo victoria. Hago mía la expre­sión de Josué:” Yo y mi casa serviremos al Señor”.

Amén