Día 25

Escrito el 09/03/2024
Renee


Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda Su pacto y Su misericordia hasta mil generaciones con aquéllos que Lo aman y guardan Sus mandamientos.

Deuteronomio 7:9

 

No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; Venga pronto a nuestro encuentro Tu compasión, Porque estamos muy abatidos. Ayúdanos oh Dios de nuestra salvación, Por la gloria de Tu nom­bre; Líbranos y perdona nuestros pecados por amor de Tu nombre. ¿Por qué han de decir las naciones: “¿Dónde está su Dios?” Sea notoria entre las naciones, a nuestra vista, La venganza por la sangre derramada de Tus sier­vos. Llegue a Tu presencia el gemido del cautivo; Conforme a la grandeza de Tu poder preserva a los condenados a muerte. Y devuelve a nuestros vecinos siete veces en su seno La afrenta con que Te han ofendido, Señor. Y nosotros, pueblo Tuyo y ovejas de Tu prado, Te daremos gracias para siem­pre; A todas las generaciones hablaremos de Tu alabanza.

Salmos 79:8-13

 

Sabemos esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto, ha sido libertado del peca­do. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con El.

Romanos 6:6-8

 

La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.

Romanos 8:7-8

 

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir (juzgar) los pensa­mientos y las intenciones del corazón.

Hebreos 4:12

 

Oremos

Padre Celestial, te pido perdón por la iniquidad, de mis padres y ancestros. Voluntariamente, tomo responsabilidad por los pecados que cometieron contra ti, por desconocer, Tu Palabra, Por no temer a Dios, y por la ini­quidad que heredaron de sus propios padres. Te pido perdón también por mis pecados, me comprometo a asistir a la brevedad al sacramento de la reconciliación, me arrepiento y renuncio a toda iniquidad que está en mis huesos y tuétanos, declaro que la Sangre de Cristo me limpia, y destruye, toda la raíz de iniquidad en mi vida. Lo establezco en el poderoso Nombre de Jesús de Nazaret (Tomo ahora un papel y hago una lista de las iniqui­dades que operan en mi vida, y comienzo a renunciar a cada una de ellas, Digo por ejemplo: yo renuncio a toda iniquidad de adicción y le ordeno a todo espíritu que está detrás de esa iniquidad que salga de mi vida, aho­ra, y así sucesivamente, ira, pereza, miseria, glotonería, lujuria, vanidad, mentiras, etc.).Señor perdona mis pecados conocidos y desconocidos; aun aquellos pecados ocultos, tráelos a la luz, para que el diablo sea desenmas­carado por el poder de Tu preciosa Sangre. Hoy declaro que toda mentira del infierno que ha venido operando en mi vida, es puesta al descubierto ¡Ahora! Renuncio ahora mismo a toda maldición del diablo y sus secuaces, arranco, destruyo y pulverizo, con el Poder de Tu Sangre, toda semilla de Satanás que se ha alojado en mis entrañas, toda simiente del mundo y toda mente que opera bajo carnalidad. Declaro que mi cuerpo es el Tem­plo donde mora Tu Santo Espíritu. Señor, arranca de mí, la simiente del diablo, la simiente del mundo, y toda mente carnal, porque ahora sé que nada de eso te agrada. Señor hoy quiero recibir de Ti, en nombre propio y en nombre de los miembros de mi familia, un profundo, perdón, y quiero también perdonar, para que me limpies de cualquier causa de amargura o de resentimiento.

Amén.